Desde sus inicios hasta la actualidad, una blefaroplastia superior u operación de párpados ha sido considerada como un simple acto de “quitar piel, músculo y grasa”. Para el verdadero especialista en blefaroplastia, es mucho más que eso. Son varios los factores que determinan el aspecto del párpado superior, y la cantidad de piel en el párpado no es el único de ellos.
Existen otros como el estado del pliegue del párpado y la posición de la ceja, y la adecuada exploración de cada uno de ellos es lo que nos hace conseguir el mejor resultado posible en cada paciente.
La planificación correcta es la clave del éxito en una blefaroplastia superior. Una cirugía demasiado agresiva sobre la piel, músculo y grasa del párpado superior da lugar a párpados “vacíos”, ojos hundidos, mirada triste y en el peor de los casos dificultad para cerrar los ojos.
Existen diferencias importantes entre hombres y mujeres. En los primeros, la cirugía suele ser más conservadora ya que un párpado demasiado despejado en un hombre puede feminizar su aspecto.
Las incisiones con bisturí frío, con bisturí eléctrico o con láser dependiendo del caso, siempre buscando el menor tiempo de recuperación para el paciente. El uso de uno u otro no influye en el resultado final.
A través de dichas incisiones el cirujano elimina el exceso de piel a la vez que esculpe la grasa y tensa el músculo subyacente para conseguir el aspecto final deseado.